Plancha cerámica, decoración vegetal |
Conclusiones.-
Resulta complejo ofrecer una datación fiable para la fundación de la villa, ya que el material encontrado correspondiente a los primeros años del Imperio se localiza en las capas más superficiales de colmatación del conjunto, removido y descontextualizado por las labores agrícolas. A esto hay que sumarle la inexistencia de sondeos bajo las pavimentaciones musivas documentadas y la extensa parte del terreno que ha quedado por excavar, que probablemente pertenecería al mismo conjunto de la villa de El Arca.
El grueso de las estructuras y materiales localizados pertenecen a lo que debió ser una amplia villa rural romana, dedicada posiblemente a la obtención de aceite. La fase a la que pertenecen estas estructuras, básicamente el siglo IV. En esta época se generaliza el hecho de que los ricos se retiren a vivir a sus fincas privadas, huyendo de las fuertes cargas municipales. De este modo la tierra constituía, no solo la base de la economía romana y la principal fuente de ingresos de Hispania, el Estado y de las aristocracias, sino también el elemento primordial en que las élites basaban su prestigio social y poder político.
De este modo, hay que tener en cuenta que los propietarios rivalizaban entre sí intentando ofrecer soluciones suntuosas, espectaculares y a veces extravagantes para sus mansiones con el fin de impresionar a sus colegas, visitantes, huéspedes y población local. De ahí la espectacularidad de algunas villae de Hispania (Cercadilla, Pedrosa, Centcelles, El Ruedo, Carranque).
Detalle mosaico 7 |
Por otra parte debemos entender la representación de este animal desde otro punto de vista diferente, ya que aparecen afrontados a unos árboles y no pertenecen por tanto a escenas de cacería, lanceados o perseguidos por otras fieras, como se han representado abundantemente en todo el bajo imperio en Hispania y África. El sentido simbólico en este caso de la representación del ciervo se halla ligado al del Árbol de la Vida, por la semejanza de su cornamenta con las ramas arbóreas, y así se documentan en este mosaico, como una adoración a la vida.
En cuanto a la explotación de las tierras no se han documentado vestigios de la pars rustica para conocer quienes las pudieron trabajar. Para Hispania la teoría generalizada pone a la mano esclava como los trabajadores de estos terrenos, pero al igual que ocurre en el resto del Imperio, el trabajo rural también sería realizado por campesinos de condición jurídica variable, que trabajaban en usufructo unas tierras por las que pagaban a su propietario determinadas rentas.
Podemos decir por tanto, que los restos emergentes de la villa de El Arca reproducen una casa urbana con peristilo y salas distinguidamente señoriales a su alrededor (recepción de visitantes, celebración de banquetes-coenatio, etc). Es el patio central el que ejerce de centro vertebrador de la planificación arquitectónica del edificio principal dando acceso desde los llamados corredores de comunicación a las diferentes salas. Sin dejar a un lado la parte dedicada a la explotación agraria, pars rustica, que necesitaba de una construcciones serviles, que mas o menos representadas en la villa, no cabe duda que tuvieron que estar presentes.
Me gustaría recalcar que los mosaicos no son sólo una obra artesanal, mejor o peor ejecutada, sino un elemento de la decoración de las estancias que por sí misma es testigo de la clase social a la que pertenece su dueño. Es éste quien contrata a un taller de artesanos musivarios y le encarga representar determinado tema o dibujos geométricos, tomado de la vida cotidiana o de la mitología, dándonos así a conocer sus gustos personales, o indujo su voluntad de compartir con sus invitados una serie de concepciones propias a la cultura romana que cobran un color específico, en función de las capacidades propias del taller encargado de su realización.
De las 14 salas que se han podido documentar en la villa, si obviamos las tres que por su disposición, materiales encontrados y estructuras corresponden a los balnea (sala 8, 12, 13); sólo se distinguen dos salas sin decoración musivaria en sus pavimentos (salas 3 y 5), lo que nos debe llevar a pensar cuál debía ser la parte que en la villa predominó (rústica o urbana). Aparentemente la parte conservada es la pars urbana, quedando muy poco o nada reflejada en los resultados de la excavación la pars rústica.
Detalle motivos geométricos en mosaico |
Por contra, esta hipótesis de que en la villa solo presentara pars urbana queda en el aire y con poco fundamento, culpa del escaso porcentaje de excavación y conocimiento de la misma, que nos puede ocultar las dependencias dedicadas a la explotación agrícola; que probablemente fuera su principal función.
Sin embargo también es posible que ambas partes estuvieran separadas en edificios independientes, quedando la pars rústica en el extremo oriental de la parcela, que se ha documentado como positivo a través de los 27 sondeos realizados.
En lo que se refiere a la vida del conjunto en los momentos anteriores a la fase arquitectónica de la villa que hoy contemplamos, los resultados son aún extremadamente provisionales. Para afianzar cualquier tipo de acercamiento sobre la fase precedente habrían quedado pendientes, a mi parecer, la realización de sondeos bajo los pavimentos musivos, que indicasen más precisos hitos post quem, así como la excavación sistemática del total del área ocupada por la villa que, según los sondeos de control realizados, se extiende bastante hacia el este. Sin embargo de estas fases de habitación anteriores a finales del s.III y el s.IV, momento en que el análisis estilístico permite datar los mosaicos, no se conoce aún nada. En relación con la vida posterior del conjunto, es evidente que la continuidad y dispersión del material, así con la existencia de posibles reparaciones en un mosaico y de modificaciones en la estructura arquitectónica son testimonio de la pervivencia del hábitat con idéntica función hasta la primera mitad del s.V d.C.
Los materiales superficiales nos hablan de una ocupación altoimperial de este espacio, probablemente una primera fase de esta misma villa, posiblemente ampliada y/o reformada en siglos posteriores. Destaca la presencia de material cerámico de tradición ibérica y de Terra Sigillata Hispanica, procedente de un taller de la zona de Tricio (La Rioja), según el sello del fabricante: OF(FICINA) ABITI, es decir taller de Abitus.
Las instalaciones termales, con un carácter higiénico-funcional en sus orígenes, pasan a reforzar su carácter lúdico, como espacio de ocio, a partir del siglo III. Los balnea rurales estuvieron presentes en la inmensa mayoría de las villae erigidas a partir del siglo I, ya que la disponibilidad de espacio para construir y la necesidad del propio baño diario favoreció la generalización de estos edificios en el mundo rural; además, la disponibilidad de instalaciones públicas al respecto en el campo eran nulas. Será desde finales del siglo II d.C. y principios del s.III d.C. cuando las termas comiencen a verse involucradas en el enriquecimiento decorativo del resto de estancias de las villae; aumento que alcanza su máximo apogeo en el siglo IV, tanto por el número de establecimientos termales documentados, como por su mayor tamaño respecto a los de siglos anteriores. Este aspecto parece indicar que las termas se convierten en un elemento de prestigio para el dueño de la villa ya que, funcionalmente, bastaría con unas construcciones de dimensiones más reducidas.
Para la construcción de concamerationes, especie de pared doble para la circulación por el interior del aire caliente, se usaron los denominados “ladrillos recortados”, de los que aparecieron diversos fragmentos a lo largo de la intervención.
En la decoración musiva se utilizan toda una serie de figuras geométricas y vegetales presentes en las producciones peninsulares anteriores, pero que por la selección y concentración de determinados estilos geométricos y su desarrollo estilístico recargado (horror vacui) pueden fecharse principalmente a finales del siglo III y principios del IV d.C. Los mosaicos de la Villa de El Arca comparten con otros de la misma cronología idéntico lenguaje en la sintaxis geométrica, enriquecida con motivos decorativos ya muy fosilizados de hereditario carácter benefactor (nudos de salomón, rombos, peltas, estrellas de ocho puntas, cruces gamadas).
Es necesario también señalar la destrucción en la villa de El Arca de los temas paganos reflejados en sus mosaicos con la llegada del cristianismo a manos de la política antipagana de Teodosio; así da la impresión de que la rotura central del mosaico m-002 pueda responder a un proceso de este tipo. Si bien este mosaico presenta otras roturas en sus extremos, la rotura a la que se hace referencia parece ser extrañamente precisa a la hora de dañar la zona del emblema (donde podría ir también una representación figurativa mitológica).
Otros elementos del aparato decorativo de las estancias o ambientes de la villa son todavía más difíciles de reconocer puesto que el saqueo antiguo o moderno (e incrementado en la fase contemporánea como ya se ha comentado anteriormente) del yacimiento ha hecho desaparecer prácticamente cualquier resto mobiliario, escultura o revestimientos parietales distintos a la pintura. Así, el gran número de salas decoradas con pavimentos musivarios y la placa de cerámica decorada (Lám.18) muestran que efectivamente existían tales aditamentos, que podrían arrojar alguna luz sobre los programas decorativos, la función y uso de las habitaciones que decoraban.
Finalmente, la abundante presencia de agua en la villa (termas, natatio, etc), parece evocar una refinada escenografía construida para albergar un concepto de otium. De todos estos aspectos se trasluce la admiración por la cultura helenística y su potencial simbólico como modo de afirmación del carácter aristocrático de sus moradores.
En el estado actual de la investigación es difícil precisar el tipo de ocupación que tuvo esta zona durante el periodo visigodo. Está claro que, al menos, parte de las estructuras de habitación pasaron a tener un uso funerario, pero es difícil conocer si esto ocurrió con la totalidad de la superficie de la villa o se siguieron utilizando algunos espacios para habitación y/o trabajo, dejando para enterramientos las zonas del complejo romano que ya no estaban en uso; ya que en época visigoda no se aprecia una cultura material diferente a la romana. El reaprovechamiento de las villas romanas como necrópolis visigodas está abundantemente documentada, como en San Julián de la Valmuza (Dañinos, Salamanca), Aguilafuerte (Palazuelos de Eresma, Segovia), Baños de Valdearados (Burgos).
Concluyendo, es posible que la villa de El Arca hubiera sido frecuentada y habitada en la tardoantigüedad pero las características de dicha reocupación tanto a nivel de estructuras (muros de compartimentación, cabañas, hogares, etc.) como de materiales recuperados, no permite diferenciar su presencia de la población hispanorromana que vivía también en esta villa.
Aun más difícil de precisar es el tipo de ocupación en época medieval. Al ser éstos los restos más superficiales las tareas agrícolas se han ocupado de dispersarlos y, prácticamente, hacerlos desaparecer.